El siguiente texto es de la noticia de yahoo.es:
Una enfermera de cuidados paliativos revela de lo que más se arrepienten los que van a morir
Las personas gravemente enfermas que saben que van a morir en pocas semanas suelen reflexionar sobre la vida que han llevado.
Y algunas veces no lo hacen en términos positivos: pesan más los
arrepentimientos y la rabia de no tener el tiempo suficiente para
cumplir deseos.
De esto trata el libro “Top 5 Regrets of the Dying” (Los
cinco mayores arrepentimientos de los que van a morir), escrito por la
enfermera Bronnie Ware, que ha dedicado buena parte de su vida
profesional a atender a enfermos paliativos. Y la obra hay una
moraleja clara: la gente recuerda más en sus últimos momentos a sus
seres queridos y a las relaciones que disfrutaron que el dinero y las
posesiones materiales. “Las personas que se mueren quieren dejar sus
asuntos financieros en orden. Pero no es el estatus o el dinero lo que
les importa. Al final todo gira alrededor del amor y de las relaciones”.
1 Ojalá hubiera tenido el valor de vivir la vida que quise, no la que los demás esperaban de mí.
Para Ware es el arrepentimiento más común. En vez de centrarse en cumplir sus sueños, muchos los aparcaron y decidieron vivir una vida que no les pertenecía. Los que piensan así suelen pasar sus últimos días recordando sus errores y lamentándose por no haber confiado más en sí mismos.
2 Ojalá no hubiera trabajado tanto.
La enfermera revela que todo
el mundo recuerda sus horas laborables como tiempo perdido que no
dedicó a lo realmente importante: su familia y sus amigos. Si pudieran volver a tener tiempo, lo tienen muy claro: lo dedicarían solo lo justo en su empleo.
3 Ojalá hubiera tenido el valor suficiente para expresar mis sentimientos.
Muchos de los que van a morir confiesan que renunciaron a sus legítimos deseos, opiniones y sentimientos para evitar un enfrentamiento.
Que se mantuvieron fríos para poder llevar una vida tranquila. Pero al
final se dan cuenta de que esa decisión no merece la pena, incluso
algunos aseguran haber enfermado por culpa de no afrontar la verdad. En
esta categoría entrarían personas que han mantenido matrimonios que en
realidad estaban rotos, gente que ha tolerado abusos contra sí mismos o
reprimidos sexuales.
4 Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos.
Otro clásico. Las relaciones satisfactorias que no fueron adecuadamente cuidadas y que terminaron por morir son una gran fuente de dolor. Mejor
responder a una llamada de un viejo amigo que centrarse en el trabajo o
en relaciones de nulo interés. Si no se mantiene el contacto, se acaba
la amistad, cuenta Ware que le dicen sus pacientes.
5 Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.
En los estertores de la vida, las preocupaciones diarias resultan una auténtica pérdida de tiempo. Estar
más pendiente de agradar a los demás que a uno mismo, tener miedo al
cambio o prestar atención a pequeñeces que no tienen importancia son
algunas de las rendijas por las que se escapa la felicidad. Ware recomienda hacer cosas que realmente nos hagan felices para que cuando estemos a punto de morir, lo hagamos en paz.
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