jueves, 18 de abril de 2013

El Pan de la Eucaristía y saber comer frutas: sus propiedades y beneficios

A propósito de mi artículo anterior, he recibido un correo de mi amiga Teresa Martínez con una receta muy buena para nuestra salud y bienestar en su sentido más amplio y completo, que es alimentarse del Pan de la Eucaristía, con lo que estoy de acuerdo al cien por cien.
 

A continuación, me envía una descripción de los beneficios que nos aportan las frutas y algunos consejos sobre cómo es mejor comerlas. También sobre el agua, que es preferible no tomarla fría durante las comidas, ni inmediatamente después.

Destaco aquí buena parte de esto que me envía Teresa, pues tiene razón: hay que saber lo que comemos y lo que es mejor.
 
Yo tengo una receta también muy buena y es alimentarse de la Eucaristía: 
En la Eucaristía yo saco las fuerzas para cada día.
Para más de un día no puedo, porque la vida es muy, muy complicada y no podemos con ella algunas veces, salvo si cada día te alimentas de la Eucaristía. 
La Eucaristía es recibir a Jesús. Tener su misma vida, hacer de Jesús el centro de tu vida, y las fuerzas y la esperanza para seguir viviendo.
Si no lo has descubierto, inténtalo, que es genial.
Que Jesús Eucaristía te acompañe siempre.
Un abrazo. Teresa.

Las frutas y las verduras nos protegen y cuidan del buen funcionamiento de nuestras células. Añado el limón que es anticanceroso y cura y protege de las infecciones.

Saber comer frutas: todos pensamos que comer frutas tan sólo significa comprarlas, cortarlas y comerlas. No es tan fácil como se piensa. Es importante saber cuándo y cómo comerlas. La manera correcta de comer las frutas es no comerlas después de las comidas. Las frutas se deben tomar con el estómago vacío. Así nos proveerán de energía, y nos ayudarán con la pérdida de peso y en las actividades cotidianas. 
Comer una fruta entera es mejor que tomar su zumo o jugo. De tomar el zumo, es recomendable beberlo lentamente, poco a poco, para mezclarlo con la saliva antes de tragarlo.

Kiwi: Buena fuente de potasio, de magnesio, vitamina E y fibra. Su contenido de vitamina C es dos veces mayor que el de una naranja.

Manzana: Una manzana al día aleja al médico de tu vida. Aunque una manzana tiene un contenido bajo de vitamina C, contienen los antioxidantes que aumentan la actividad de esta vitamina de modo tal que ayuda a bajar los riesgos de cáncer de colon, ataque del corazón y paro cardíaco.

Fresa: fruta protectora. Las fresas tienen la energía antioxidante más alta entre las frutas consideradas más importantes, y protegen de la obstrucción de los vasos sanguíneos. 
 

Naranja: La medicina más dulce. Consumir de dos a cuatro naranjas al día puede ayudar a mantenernos lejos de los resfriados y a bajar el nivel de colesterol. Previene y disuelve las piedras que puedan haberse formado en los riñones y contribuye a disminuir el riesgo de cáncer de colon.


Sandía: El extintor más fresco para apagar la sed. Compuesta de un 92% de agua, también posee una tremenda dosis de glutatión, que ayuda a fortalecer nuestro sistema inmune. Es también la fuente principal de licopeno, y entre sus nutrientes, la vitamina C y el potasio.

Guayaba y papaya: Estas frutas son grandes portadoras de vitamina C. La guayaba es también muy rica en fibra, lo que ayuda a prevenir el estreñimiento. La papaya es muy rica en caroteno, lo que es excelente para nuestros ojos. 


Por último, no es recomendable beber agua fría durante una comida o inmediatamente después. Solidifica la materia aceitosa que se acaba de consumir y retrasa la digestión y en general afecta a la absorción de los nutrientes por el intestino delgado. Es mejor tomar una sopa calentita o un vaso con agua caliente después de comer.

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