sábado, 21 de febrero de 2015

Matanza del cerdo en Mahora (Albacete), en la fiesta de San Antón

En Mahora (Albacete), se celebra una matanza popular el día de San Antón, el 17 de enero, que recuerda a las matanzas que no muchos años atrás se hacían de manera habitual cada año en muchas casas de los pueblos, cuando se daba muerte al cerdo criado para este fin: servir de alimento durante todo el año a una familia.
De la matanza se comía, principalmente, junto con lo que daba el campo, y del cerdo -o del gorrino como se dice en las tierras de Albacete-, se aprovecha todo: del cerdo me gusta hasta los andares, como dice el dicho. Hasta los huesos, para dar sabor a suculentos cocidos, potajes... todo.
Y el día que se hacía la matanza, además de mucho trabajo se montaba muy buena fiesta en torno a la comida: en muchos lugares, a los niños se les daba el morro churrascado o la careta del cerdo bien asadita y bien rica, y los mayores, a prepararse un arroz muy sabroso elaborado a base de buenas presas del cerdo.
Yo de niña, lo he vivido y disfrutado en mi pueblo natal, Orellana la Vieja (Badajoz), y recuerdo las morcillas y los chorizos que pendían de ganchos, clavados en los troncos que formaban parte del techo de la casa de mis abuelos, en la cocina, para orearse y secarse ahí e ir disponiendo del embutido a lo largo del año.
Hacía mucho tiempo que no veía una matanza... y la he vuelto a ver en Mahora. Mis hijos no la habían visto nunca, hasta este momento, en la fiesta de San Antón de 2015 en este pueblo de Albacete.
Nos invitó nuestro amigo Toni -Antonio Martínez, el alcalde de Mahora-, que insistía en que fuéramos. Pasamos juntos un gran día. La fiesta empezó con el desayuno, en torno a las 10 de la mañana, con una chocolatada en la plaza y unas magdalenas.
Y seguidamente, a pocos metros de donde se servía la chocolatada, fue la matanza. Volví a impresionarme con los gritos del cerdo... pero el matarife sabe hacer bien el trabajo y no dura mucho este momento. Después, el rojo del desangrado; el fuerte olor a quemado de los pelos de la piel del animal, y a continuación, el espectáculo de anatomía y despiece del cerdo.
Muchos padres llevan a sus hijos para que vean este proceso que forma parte de nuestra cultura y tradición. Y cuando la fiesta coincide en día lectivo, hay profesores que llevan allí a sus alumnos para ver y aprender del momento.
Mientras se hacían estas labores, ya se habían preparado unas cuantas lumbres en un terreno justo al lado, y varias mujeres y algunos hombres esperaban junto a grandes mesas, barreños y cuchillos, para ir recibiendo las partes del animal, trabajar con ellas, y dejarlas preparadas para hacer a continuación la comida: ajo de mataero, las tajaditas con la carne del jamón y la panceta frititas, todo mezclado, y el arroz de mataero típico de Mahora, con hígado, costilla y jamón.

Entre las 2 y las 3 de la tarde comimos un plato con estas tres elaboraciones, cientos de personas que nos pusimos en la fila para la comida.
Antes de la comida, fue la misa a las 12 de mediodía, la bendición y reparto del pan bendito con anisetes -dicen los mayores del lugar que sin comes este pan no te resfrías durante todo el año-; la procesión con la imagen de San Antón, el patrón de los animales, y la bendición de los animales de compañía que con alegría y devoción llevan sus dueños: perros, gatos, pajaritos...

Por la tarde, continúa la fiesta después de la comida, con la subasta que prepara la Peña de San Antón con enseres y animales donados por la gente del pueblo, y lo recaudado es para una obra benéfica. También se hace un bingo popular.



Con mi marido y mis hijos, junto al alcalde de Mahora, Antonio Martínez.